Estas últimas semanas han sido excesivamente familiares, tal vez por eso cuando me preguntan qué haré para Navidad se sorprenden cuando lo único que espero es vacacionar de mi familia. La pasé muy bien con ell@s, me agradó su visita y visitarl@s pero estoy agotada. No es la edad la causa de este cansancio (cumplí 24 el mes pasado), pero parada en el pasillo de las leches en el supermercado eligiendo el tetrapack con la imagen del adulto joven o la pareja que corre por el campo, me recuerda lo que soy. Así es: SOY ADULTO, me imagino diciéndolo en voz alta a mí misma y termino comprando las 2 versiones de leche, las dos saben igual.
Mi tío de un día a otro entró al grupo de los jubilados y adaptarse a esta nueva etapa ha representado momentos de ansiedad, menos horas de sueño, preguntar por su identidad pero dice que el golf y los viajes le están ayudando, en parte por eso vino a visitarme. En cambio yo no sentí claramente la transición, no es la nostalgia sino la incredulidad mi talón de Aquiles, en mi afán por soportar este nuevo dígito en mi credencial de elector decidí comprar Centrum y me vi tentada a comprar calcio en pastillas por miedo a que en alguna de las caminatas por la playa se me rompa un hueso, concluí que soy inmune (por ahora) y no las compré.
Estoy en un punto intermedio, todavía no me llaman "señora" los meseros pero no dejo de sorprenderme de estar a unos meses de los 25 y a 5 pasos de los 30, viviendo total ignorancia de lo que significa tener 24 y haciendo compras extrañas para definirme. ¿Realizamos compras extrañas para llenar un vacío no pronosticado al planear en la adolescencia? Sólo sé que la pastilla de Centrum y el vaso de leche al desayunar me recuerda mi edad.
Sábado, 9 de Diciembre 9:45 am
En congruencia con mi nueva etapa de transición, ayer asistí a mi primera "fiesta de adultos" con música jazz de fondo, botellas de whisky, vodka y vino, decoración de arte contemporáneo, bocadillos de pescado crudo y dos decenas de personas que superaban los 30 años de edad (nada de cerveza y mucho menos pulque... jajaja) La foto de mi credencial de elector me gritó: "¡No inventes! Te falta mucho para llegar a esto". Secretamente disfruté ser la mujer más joven del grupo y me sentí increiblemente a gusto.
